Tradicionalmente, incluso en los tiempos de mayor predominio matriarcal, la familia mapuche tenía un régimen de poligamia, es decir, el varón mapuche solía tomar tantas esposas como su fortuna personal le permitiera y dando preferencia a las hermanas de la primera esposa, la cual mantenía un rango superior y cierta autoridad sobre las demás. De hecho, con frecuencia era la primera esposa la que requería a su marido que tomase más esposas a fin de repartir y alivianar las tareas domésticas y también para hacer gala de bienestar y jerarquía social.
En el seno de la familia se seguía un régimen de modales de gran cortesía y etiqueta rigurosa que evitaba el surgimiento de roces o malquerencias entre las mujeres y preservaba el tono familiar de reserva y buenas maneras. Dentro de la casa o ruca, cada mujer disponía de un ámbito propio que incluía un fogón en el que preparaba separadamente sus comidas y las de sus hijos; además poseía su propia parcela de tierra de cultivo y sus propios animales domésticos.
Debido a esa vasta organización familiar, las antiguas rucas mapuches eran construcciones de gran tamaño, llegando algunas a medir treinta metros de frente por ocho de fondo.
La poligamia actualmente está en desuso no por transformaciones culturales o legales sino simplemente por el empobrecimiento de las familias y, en parte, por influencia de las costumbres de los blancos o wingkas y los misioneros cristianos.
El noviazgo entre jóvenes se basaba desde épocas muy antiguas en el conocimiento y afecto recíproco. El joven visitaba a su novia con frecuencia y se reunía también con ella en ocasiones de fiestas, reuniones sociales y ritos religiosos. El novio solicitaba el permiso de su padre para formalizar la unión, y éste entonces enviaba a un huerkén o embajador formal a casa de los padres de la novia, para solicitarla en matrimonio y acordar la fecha y la dote que el esposo debía entregar a los padres de ella.
Llegado el momento, el novio se presentaba en casa de sus futuros suegros acompañado de su padre y un séquito de otros parientes y amigos, llevando consigo la dote en dinero, animales, productos agrícolas, piezas de tela, platería y adornos. Sólo después de entregada la dote, el novio, ayudado por sus familiares y amigos, construía la nueva ruca a cierta distancia de la de sus padres. Una vez terminada ésta, se realizaba una fiesta en la cual la novia se trasladaba a su nueva casa.
Según algunas versiones, desde la pubertad existía gran libertad sexual entre los mapuches y los varones no tenían como causa de menosprecio el que la novia hubiese tenido ya algún hijo fuera de matrimonio. Alonso de Ercilla, refiere en La Araucana cómo la joven Guacolda convivía con Lautaro y lo acompañaba en sus campañas sin estar casados y mientras aún mantenían una relación muy juvenil, más de amantes que de esposos.
Hasta mediados del siglo XIX todavía solía producirse como alternativa el matrimonio por “rapto”, que generalmente era simulado.
El novio, acompañado de otros jóvenes escogidos entre sus familiares y amigos, secuestraba a la novia que normalmente estaba de acuerdo. Una vez consumada la unión sexual de la pareja, los padres del novio se presentaban en casa de la novia llevando la dote para formalizar el matrimonio. Sin embargo, con cierta frecuencia el rapto era verdadero y contra la voluntad de la joven, lo que traía consigo recias contiendas con muertos y heridos entre los cuales más de una vez el novio se contaba entre los caídos.
En el seno de la familia se seguía un régimen de modales de gran cortesía y etiqueta rigurosa que evitaba el surgimiento de roces o malquerencias entre las mujeres y preservaba el tono familiar de reserva y buenas maneras. Dentro de la casa o ruca, cada mujer disponía de un ámbito propio que incluía un fogón en el que preparaba separadamente sus comidas y las de sus hijos; además poseía su propia parcela de tierra de cultivo y sus propios animales domésticos.
Debido a esa vasta organización familiar, las antiguas rucas mapuches eran construcciones de gran tamaño, llegando algunas a medir treinta metros de frente por ocho de fondo.
La poligamia actualmente está en desuso no por transformaciones culturales o legales sino simplemente por el empobrecimiento de las familias y, en parte, por influencia de las costumbres de los blancos o wingkas y los misioneros cristianos.
El noviazgo entre jóvenes se basaba desde épocas muy antiguas en el conocimiento y afecto recíproco. El joven visitaba a su novia con frecuencia y se reunía también con ella en ocasiones de fiestas, reuniones sociales y ritos religiosos. El novio solicitaba el permiso de su padre para formalizar la unión, y éste entonces enviaba a un huerkén o embajador formal a casa de los padres de la novia, para solicitarla en matrimonio y acordar la fecha y la dote que el esposo debía entregar a los padres de ella.
Llegado el momento, el novio se presentaba en casa de sus futuros suegros acompañado de su padre y un séquito de otros parientes y amigos, llevando consigo la dote en dinero, animales, productos agrícolas, piezas de tela, platería y adornos. Sólo después de entregada la dote, el novio, ayudado por sus familiares y amigos, construía la nueva ruca a cierta distancia de la de sus padres. Una vez terminada ésta, se realizaba una fiesta en la cual la novia se trasladaba a su nueva casa.
Según algunas versiones, desde la pubertad existía gran libertad sexual entre los mapuches y los varones no tenían como causa de menosprecio el que la novia hubiese tenido ya algún hijo fuera de matrimonio. Alonso de Ercilla, refiere en La Araucana cómo la joven Guacolda convivía con Lautaro y lo acompañaba en sus campañas sin estar casados y mientras aún mantenían una relación muy juvenil, más de amantes que de esposos.
Hasta mediados del siglo XIX todavía solía producirse como alternativa el matrimonio por “rapto”, que generalmente era simulado.
El novio, acompañado de otros jóvenes escogidos entre sus familiares y amigos, secuestraba a la novia que normalmente estaba de acuerdo. Una vez consumada la unión sexual de la pareja, los padres del novio se presentaban en casa de la novia llevando la dote para formalizar el matrimonio. Sin embargo, con cierta frecuencia el rapto era verdadero y contra la voluntad de la joven, lo que traía consigo recias contiendas con muertos y heridos entre los cuales más de una vez el novio se contaba entre los caídos.
Buenos dias, mi nombre es Veronica y queria saber si pueden ayudarme con una busqueda que estoy realizando. Busco una vasija de barro pequeña que tiene un orificio por el que se introduce el liquido y consta de dos cabezas con orificio que mezclan el liquido al salir en un solo chorro. Creo que es una artesania mapuche para la fecundidad que se usaba en las ceremonias de casamiento. Pueden informarme si es asi y en donde pudiera conseguir una de estas vasijas? o ver una imagen de la misma? Gracias.
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