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jueves, 10 de diciembre de 2009
Religion Mapuche
En La Araucana, Alonso de Ercilla afirma que los mapuches creían en una divinidad guerrera llamada Eponamón. Señala también Ercilla que los mapuches solían ingerir unas “setas engañosas” para experimentar éxtasis religioso de tipo guerrero y también para determinados ritos de los machis. Podemos inferir que se trataba de hongos alucinógenos similares a la Amanita muscaria utilizada por los chamanes siberianos y los griegos antiguos, y a los hongos de psilocibina utilizados por los indígenas centroamericanos y los tupí-guaraní del Brasil.
Al igual que los indígenas del Perú, los mapuches ingerían diversas plantas y combinaciones de efectos alucinógenos que se ingerían en brebajes, o aspirándolas pulverizadas en forma de rapé, o también fumándolas como la marihuana. Entre las principales drogas mágicas de los mapuches, fuera de las referidas setas, se cuentan la Lobelia tupa, trupa o tabaco del diablo; la Datura stramonium o chamico y la Latua publiflora, latué o palo del brujo.
La divinidad máxima y remota de los mapuches era el Gran Espíritu o Gran Fuerza, el Futa Newén, que moraba en el Wenu Mapu o País de los Cielos. Este concibió y creó el mundo, los seres vivos y el hombre, los que fueron posteriormente destruidos por un diluvio y recreados por las divinidades como refiere el mito de Tren Tren y Kai Kai (La historia de “El diluvio” mapuche).
Creían también los mapuches en la existencia de entidades invisibles llamadas Pullüam (castellanizado como el Pillán), espíritus o almas que sustentan al hombre y a las cosas, y que suelen manifestarse en los fenómenos naturales como relámpagos, vendavales, lluvias, erupciones volcánicas y terremotos. Estos espíritus constituyen la cualidad esencial de todos los seres y todas las cosas. Si el Pullüam del agua, por ejemplo, se marchara, también el agua desaparecería.
Finalmente, por influencia del cristianismo, hacia el siglo XVIII los mapuches comenzaron a concebir a una divinidad bisexual llamada Nguenechén, padre y madre de los hombres, y Nguenemapun, Señor y Señora de la Tierra. Esta divinidad, a la vez que bisexual, se expresaba también en forma benéfica o maligna.
Las ceremonias religiosas, rogativas y ritos de sanación y fecundidad (Machitún y Nguillatún) se realizaban principalmente dirigidas a los Pullüam, y posteriormente a Nguenechén.
Ritos Matrimoniales
En el seno de la familia se seguía un régimen de modales de gran cortesía y etiqueta rigurosa que evitaba el surgimiento de roces o malquerencias entre las mujeres y preservaba el tono familiar de reserva y buenas maneras. Dentro de la casa o ruca, cada mujer disponía de un ámbito propio que incluía un fogón en el que preparaba separadamente sus comidas y las de sus hijos; además poseía su propia parcela de tierra de cultivo y sus propios animales domésticos.
Debido a esa vasta organización familiar, las antiguas rucas mapuches eran construcciones de gran tamaño, llegando algunas a medir treinta metros de frente por ocho de fondo.
La poligamia actualmente está en desuso no por transformaciones culturales o legales sino simplemente por el empobrecimiento de las familias y, en parte, por influencia de las costumbres de los blancos o wingkas y los misioneros cristianos.
El noviazgo entre jóvenes se basaba desde épocas muy antiguas en el conocimiento y afecto recíproco. El joven visitaba a su novia con frecuencia y se reunía también con ella en ocasiones de fiestas, reuniones sociales y ritos religiosos. El novio solicitaba el permiso de su padre para formalizar la unión, y éste entonces enviaba a un huerkén o embajador formal a casa de los padres de la novia, para solicitarla en matrimonio y acordar la fecha y la dote que el esposo debía entregar a los padres de ella.
Llegado el momento, el novio se presentaba en casa de sus futuros suegros acompañado de su padre y un séquito de otros parientes y amigos, llevando consigo la dote en dinero, animales, productos agrícolas, piezas de tela, platería y adornos. Sólo después de entregada la dote, el novio, ayudado por sus familiares y amigos, construía la nueva ruca a cierta distancia de la de sus padres. Una vez terminada ésta, se realizaba una fiesta en la cual la novia se trasladaba a su nueva casa.
Según algunas versiones, desde la pubertad existía gran libertad sexual entre los mapuches y los varones no tenían como causa de menosprecio el que la novia hubiese tenido ya algún hijo fuera de matrimonio. Alonso de Ercilla, refiere en La Araucana cómo la joven Guacolda convivía con Lautaro y lo acompañaba en sus campañas sin estar casados y mientras aún mantenían una relación muy juvenil, más de amantes que de esposos.
Hasta mediados del siglo XIX todavía solía producirse como alternativa el matrimonio por “rapto”, que generalmente era simulado.
El novio, acompañado de otros jóvenes escogidos entre sus familiares y amigos, secuestraba a la novia que normalmente estaba de acuerdo. Una vez consumada la unión sexual de la pareja, los padres del novio se presentaban en casa de la novia llevando la dote para formalizar el matrimonio. Sin embargo, con cierta frecuencia el rapto era verdadero y contra la voluntad de la joven, lo que traía consigo recias contiendas con muertos y heridos entre los cuales más de una vez el novio se contaba entre los caídos.
Los Mapuches a la llegada de los españoles
Se estima que la población mapuche alcanzaba a algo más de un millón de habitantes hacia 1541, fecha de la fundación de Santiago. Si bien eran —como ahora— gente de un raza de poca estatura, los cronistas señalan que en general no eran más bajos que la mayoría de los conquistadores españoles y en cambio eran más altos que los indígenas del Perú. Asimismo, su tez era considerablemente más pálida.
Es célebre la descripción que hace Alonso de Ercilla y Zúñiga sobre los varones mapuches de la región del Bío Bío:
“Son de gestos robustos, desbarbados,
bien formados los cuerpos y crecidos,
espaldas grandes, pechos levantados,
recios miembros de nervios bien fornidos;
ágiles, desenvueltos, atrevidos,
duros en el trabajo, sufridores
de fríos mortales, hambres y calores”.
Los etnólogos argentinos del siglo diecinueve coinciden en que la estatura del hombre mapuche oscilaba entre un metro con sesenta y siete centímetros y un metro con setenta y tres centímetros, y la mujer, más homogéneamente, un metro con cincuenta y cinco centímetros. Coinciden también en destacar su complexión atlética y esbelta, en contraste con los indígenas andinos (quechuas, aymaras, atacameños) más bajos y gruesos. Sus facciones presentan nariz menos achatadas que los andinos, con cráneos redondos, mandíbula fuerte y pómulos no muy levantados, y señalan la existencia de muchas similaridades con los indígenas de raza guaraní.
Según el etnólogo argentino Ramón Subirats, las facciones mapuches son de rasgos más bien delicados y redondeados, y más que a facciones andinas o mogoles recuerdan las facciones europeo-orientales, con ojos de órbitas grandes. El cabello es lacio y negro. Los ojos mayoritariamente castaño oscuros, aunque con regular frecuencia se dan ojos castaños muy claros, amarillentos, o de un particular color azul verdoso, característico únicamente en esa raza.
También los etnólogos franceses y argentinos mencionan como singularidad de los mapuches el que con relativa frecuencia presentaban individuos de apariencia física delicada, generalmente homosexuales, los que eran tratados con deferencia pues se les consideraba privilegiados por los espíritus de la naturaleza y generalmente se dedicaban a los oficios de machi y kalku, es decir, chamanes o sacerdotes, y hechiceros o brujos. Sólo después de la llegada de los españoles esos oficios pasaron a ser desempeñados únicamente por mujeres.
Vestimenta, joyería y arreglo personal
A partir de la domesticación de auquénidos, vicuñas y guanacos, la vestimenta mapuche se basó en piezas de lana tejidas a telar. Las mujeres mapuches llevaban permanentemente consigo un huso con volante de piedra para hacerlo girar en forma regular, con el cual hilaban lana en todo momento en que se encontraban desocupadas, conversando o incluso paseando.
Las hebras eran teñidas antes de ser hiladas y para ello se empleaban tintes vegetales, algunos de los cuales se conservan hasta hoy. El color rojo lo obtenían con las plantas llamadas nalca y reviun; un castaño rojizo lo producían con madera de tepú, y un azul profundo con tonalidades moradas lo obtenían con bayas de maqui. El blanco, negro y Otros tonos de café y blanco amarillento, correspondían simplemente al colorido natural de la lana de weke o vicuña doméstica. Por la escasez de lana negra natural, solían oscurecer el tinte del maqui empleando cieno orgánico y negro de humo.
El hombre utilizaba una falda cuyos extremos pasaban entre las piernas formando una especie de pantalón, y las puntas se ataban a la cintura. Este era el chiripa o chiripá. También solían llevar el chamal, o túnica corta que cubría hasta medio muslo. La parte superior se vestía con un poncho corto dispuesto a manera de blusa sin mangas y sujeto a la cintura con una faja. Por encima de ello, se llevaba un poncho largo o un manto, finamente tejido, en el cual las mujeres hacían gala de su arte y buen gusto y que constituía un símbolo del estatus de su poseedor. Era particularmente espléndido el manto de cacique, trarikan makuñ. Por último solía emplearse en las solemnidades y ceremoniales un sobre manto, el nguillatún makuñ.
La mujer llevaba un vestido recto hasta poco más arriba de los tobillos, el kepán, ceñido en la cintura con una faja o trariwe, en cuyo tejido estaban diseñados los símbolos de la jerarquía social de su dueña.
Ambos sexos solían llevar joyas, preferentemente de plata, en las ocasiones ceremoniales y solemnidades políticas, pero las mujeres las llevaban en forma permanente y también como señales de la jerarquía social de su familia. Estas joyas consistían en grandes adornos pectorales y collares llamados sikil y trapelacucha; alfileres de grandes cabezas a menudo en forma de globo, llamados akucha, prendedores o tupu, y diademas llamadas trarilonko.
Por influencia picunche (indirectamente influencia de las culturas peruanas) los mapuches de los tiempos de la conquista utilizaban además grandes aros, a menudo primorosamente labrados. En cambio, ya había caído en desuso el adornarse con el tembetá, un objeto que se introducía en perforaciones practicadas en los labios que se dilataban en forma similar a la de los botocudos amazónicos. Otros adornos similares fueron una especie de aros grandes que se insertaban en el lóbulo de las orejas dilatándolos de tal forma que los hacían colgar hasta los hombros. Esta moda se mantuvo en el Perú, de donde vino el apodo de “orejones” que los españoles pusieron a los aristócratas quechuas que los usaban.
Hombres y mujeres se depilaban cuidadosamente todo el cuerpo. Las mujeres usaban maquillaje con claro sentido cosmético; se coloreaban las mejillas con polvos y cremas de color rojizo, y asimismo se pintaban las pestañas, bordes y rabillos de los ojos con líneas oscuras y verdes. El peinado de las mujeres consistía en trenzas simples que a veces llevaban arrolladas a ambos lados de la cabeza, sujetas con alfileres o el trarilonko. Los varones no parecen haber utilizado pinturas faciales ni aún en la guerra o en solemnidades. Llevaban el cabello cortado en melena que no alcanzaba a los hombros, y, según la descripción que hace Alonso de Ercilla para la ceremonia de reconocimiento de Lautaro por Caupolicán, como lugarteniente suyo, los jefes solían raparse el pelo a ambos lados de la cabeza, dejándose sólo un abundante mechón en la parte central del cráneo, peinado en trenza desde la frente hasta la nuca:
“Y por el orden y uso acostumbrado
el gran Caupolicán lo trasquilaba
dejándole el copete en trenza largo,
insignia verdadera de aquel cargo.”
(“La Araucana”, Canto III estrofa 241)
Origen y ubicación de la nación Mapuche
Las crónicas incaicas hacen referencias a terribles combates sostenidos por los ejércitos de Túpac Inca Yupanqui contra los mapuches de las regiones entre los ríos Aconcagua y Maipo, donde lograron asentarse en forma permanente, así como una expedición muy numerosa que logró penetrar en territorio chileno hasta el río Maule aunque sin tomar posesión real de la tierra. De acuerdo a la crónica del inca Garcilaso de la Vega, las tropas de Túpac Yupanqui sostuvieron una feroz batalla contra los mapuches del sur del río Maule, la que se prolongó por cuatro días de combates incesantes, tras la cual el ejército incaico debió replegarse hacia el norte. Posteriormente se menciona una expedición enviada por el inca Huayna Capac, posiblemente hacia 1525, para reprimir una sublevación mapuche en la región del Mapocho.
Los cronistas incaico-hispánicos Huamán Poma y el inca Garcilaso de la Vega refieren que antes de esa insurrección los conquistadores del Cusco habían instalado algunas colonias bien organizadas y protegidas por guarniciones y fortalezas en esa región rica en minerales de oro. Además habían trasplantado colonos procedentes de las regiones de Arequipa y Puno, en el actual Perú.
La zona bajo dominio incaico parece haber tenido por frontera sur la fortaleza o pucará de Chena, en las cercanías de Santiago hacia el suroeste.
En un grabado de la época se representa a los guerreros mapuches como individuos de mayor estatura que los peruanos y provistos de armamento y atuendos similares a los mencionados por Alonso de Ercilla en La Araucana; lanzas y macanas o mazas largas, cascos de cuero y chiripá, túnica de cuero o lana que se cruza por entre las piernas, cuyas puntas se anudan a la cintura. También, en la parte superior del grabado, se indica que el gobernador incaico, o Apo, era el capitán Camacinga, octavo funcionario en desempeñar ese cargo. Es decir, puede conjeturarse que la presencia incásica entre los mapuches del norte o picunches (Picun = Norte) databa de entre sesenta y ochenta años.
Ya a la llegada de Pedro de Valdivia era evidente que los mapuches de más al sur se habían distanciado de los picunches por los que llegaron a sentir menosprecio, tanto por haberse sometido a los invasores como por haberse mezclado racialmente con los colonos peruanos.
El nombre de “Araucanos” para referirse a los mapuches que no fueron jamás sometidos, lo emplearon los españoles aplicándolo a los habitantes indígenas desde el río Itata hasta Chiloé. En una de sus cartas al emperador don Carlos V, el conquistador don Pedro de Valdivia menciona específicamente la unidad cultural de los indígenas de toda la Araucanía, desde el Itata al Sur; no obstante, hay evidencias históricas de que el idioma de los mapuches era el mismo, sólo con algunas variaciones locales, desde el río Choapa (actual IV Región de Chile) hasta Chiloé (actual X Región); es decir, desde el territorio de los diaguitas hasta el archipiélago de los chonos.
En la Perspectiva del poblamiento de América
Ya está fuera de dudas que el poblamiento del continente americano se produjo en oleadas sucesivas de emigrantes procedentes de Siberia, de origen mogol, que cruzaron a través del actual estrecho de Bering —el cual durante varios períodos interglaciares pasó a ser un istmo o puente que unía a Asia con América entre Siberia y Alaska—. Este proceso se inició hace más de cuarenta mil años y se prolongó durante el período del Pleistoceno hasta los comienzos del Holoceno, doce mil años antes del presente.
Una vez en América, las oleadas de inmigrantes se desplazaron, bien buscando territorios más favorables para su subsistencia, o bien retirándose hacia el sur ante el empuje de nuevos inmigrantes más belicosos y numerosos. En esta dinámica, hacia el 12.000 antes de Cristo el poblamiento de América había alcanzado ya hasta el extremo sur del continente, incluyendo Tierra del Fuego.
Otra causa de migraciones es el aumento explosivo de la población entre los pueblos más fuertes que ocupaban las mejores tierras. Cuando el número de habitantes sobrepasaba la capacidad de sustentación de una comarca, surgían líderes que conducían a grupos sobrantes a la ocupación de tierras nuevas. Este parece haber sido el caso de dos grandes grupos paleo indios del pleistoceno, uno de ellos que hablaba la lengua “Arawak” (de la que parecen haber derivado las lenguas del grupo Andino Ecuatorial) y el otro que hablaba en una lengua del grupo Caribe. Ambos pueblos fueron muy numerosos e igualmente fuertes, y emprendieron simultáneamente migraciones expandiéndose hacia el sur.
Los lingüistas Norman McQown, en 1955, y Joseph Greenberg, en 1956, publicaron exhaustivas investigaciones sobre las lenguas indígenas americanas cuyo resultado compone un verdadero mapa que incluye las rutas de migración y expansión de las sucesivas oleadas humanas que avanzaban hacia el sur.
El grupo «Ge-Pano-Caribe» corresponde a una vasta migración que rodeó el Mar Caribe, incluyendo el sur de Estados Unidos, gran parte de las Antillas, sectores de América Central, las costas norte de Colombia y Venezuela, y, entremezclándose hostilmente con los Arawak, penetró profundamente por las selvas del Brasil, alcanzó las llanuras argentinas y dio origen, entre otras, a las lenguas de los indios Tupí-Guaraní, Pampas, Diaguitas y Calchaquíes.
El grupo «Andino Ecuatorial», denominado así en homenaje a las grandes culturas llamadas Andinas (incluyendo la quechua o incásica), se relaciona con la lengua «Arawak», que corresponde a los primitivos pobladores que ocuparon las islas de las Antillas, en eterna lucha con los Caribe. Se reconoce como de origen Arawak a muchas de las lenguas bolivianas, así como la cultura de la gran isla de Marajó, en la desembocadura del río Amazonas, donde existió una riquísima cerámica policromada que tiene gran relación con las finas y elegantes piezas de alfarería de Tiwuanaku, la metrópoli pre colombina junto al lago Titicaca, en la actual Bolivia.
Los paleoindios de habla Arawak traspasaron la gran barrera de la Cordillera de Los Andes Centrales, estableciendo contacto con los pueblos de habla Chibcha y en seguida expandiéndose hasta cubrir los actuales territorios de Ecuador, Perú, gran parte de Bolivia, parte occidental y sur de Argentina y la totalidad del territorio chileno, hasta la Tierra del Fuego y el propio Cabo de Hornos.
Pertenecen a este gran grupo lingüístico las lenguas Quechua y Aymara así como la gran familia llamada «Araucana-Tchon», que incluye el Mapuche o Mapudungun (con sus dialectos Moluche, Pehuenche, Picunche, Huilliche, Lafkenche, etc.); la lengua Tehuelche; las lenguas Selknam del norte, del sur y Haux; las lenguas Alacalufes o Kaweshkar, y la lengua Tchon, de los habitantes de los archipiélagos de Chiloé, las Huaitecas y los Chonos (o del pueblo Tchon).
Gracias a esa raíz lingüística común, los indígenas de los tiempos históricos podían entenderse en forma comparable a como un español puede entender, aunque con dificultades, a un francés, un portugués o un italiano. Ya los conquistadores españoles pudieron utilizar intérpretes indígenas peruanos que se entendían bien con los picunches, e intérpretes picunches que se comunicaban sin mucha dificultad incluso con los huilliches del extremo sur de la Araucanía.
Las evidencias arqueológicas
Los más antiguos yacimientos arqueológicos de la zona central y sur de Chile son los de Quereo, cerca de Los Vilos, que data de 9.500 años antes de Cristo; el de San Vicente de Tagua Tagua, en la Sexta Región, que es unos 500 años posterior, y el de Monte Verde, cerca de Puerto Montt, que data de hasta 12.000 años antes de Cristo. Todos ellos muestran la existencia de comunidades de cazadores muy hábiles en el arte de tallar armas e instrumentos de piedras cristalinas y capaces de capturar piezas de gran tamaño entre las que se contaban mastodontes, guanacos gigantes, milodones y megaterios, especies de mamíferos de enorme corpulencia que se extinguieron muchos siglos antes de la llegada de los europeos.
Aunque no existen evidencias que permitan probar categóricamente que esos antiquísimos cazadores sean los antepasados directos de los mapuches, es plausible considerar que no haya habido una interrupción dramática de esa línea genética, si bien es posible que se hayan producido invasiones y mezclas con otros grupos llegados con posterioridad.
La unidad lingüística señala que los habitantes de todo el territorio tenían una unidad cultural básica perfectamente homogénea que hace pensar en un origen común y continuado.
Otros yacimientos arqueológicos muy posteriores son los de El Bato y Llolleo, que datan de alrededor del 300 de la era cristiana y se encuentran entre los ríos Choapa y Maipo. Allí se evidencia que los indígenas ya practicaban agricultura de consumo, poseían algunos animales domésticos y dominaban una alfarería eficiente consistente en vasijas, ollas, botellas, pipas para fumar y adornos de cerámica. Entre los productos más típicos de alfarería se cuenta el llamado “jarro pato” o ketrumetawe en idioma mapudungun. Es decir, hay fuertes indicios de que estos yacimientos corresponden ya a la cultura mapuche.
También claramente mapuches son los sitios arqueológicos del llamado Complejo Pitrén, que indican que entre los años 600 y 1.100 después de Cristo existían numerosas comunidades y grupos familiares o tribales fuertemente instalados en la región entre el río Bío Bío y el lago Llanquihue.
Estas comunidades mantenían sus hábitos de cazadores, mariscadores y recolectores de frutos silvestres (sobre todo el suculento piñón, fruto de la araucaria o pehuén), pero practicaban también una intensa agricultura de consumo con plantaciones familiares de maíz y papas.
Por último, el llamado Complejo Arqueológico El Vergel señala que en la misma región, entre los años 1000 y 1300 después de Cristo, la influencia cultural picunche había penetrado fuertemente trayendo consigo la domesticación de una variedad de guanacos y enriqueciendo los cultivos con variedades de quínoa, ají y varias clases de hortalizas. También se encuentran ahí los primeros enterramientos en féretros de troncos ahuecados o wampos. Ya los indígenas de estos sitios arqueológicos corresponden sin lugar a dudas a la nación mapuche que se había enseñoreado de todo el territorio chileno al sur del Choapa y de gran parte del territorio de la actual Argentina, desde la provincia de Buenos Aires hasta la zona patagónica ocupada por los tehuelches. Estos últimos, a su vez, recibieron en tiempos post colombinos un fuerte impacto cultural de parte de los mapuches, de quienes aprendieron a utilizar ropajes de telas de lana, algunas nociones de metalurgia y, sobre todo, el uso de caballo.
El etnólogo Ricardo Latcham sostuvo la teoría de que el grupo mapuche llamado “araucano” por los conquistadores, sería una nación procedente de Argentina, gente muy belicosa y más fuerte que los demás mapuches, que habría penetrado al territorio de Chile apoderándose de la zona entre el Bío Bío y el lago Llanquihue. Estos serían los moluches o gente de guerra. La teoría de Latcham ha sido desestimada. De hecho, grupos mapuches traspasaban permanentemente la cordillera de los Andes en ambas direcciones, y las últimas grandes malocas o incursiones de guerra y saqueo que afectaron a la provincia de Buenos Aires hasta finales del siglo XIX estaban integradas principalmente por mapuches procedentes de Chile, tanto pehuenches de la zona cordillerana como lafkenches y huilliches de las zonas costera y sur.
Origen del Pueblo Mapuche
De acuerdo a versiones de algunos antropólogos modernos, la denominación Mapuche tenía una connotación similar a la que se daban a sí mismos los pueblos arios de Europa, como Deutche, Tuata y Tota de los germanos, los celtas y los itálicos, que significa “la totalidad”, “todos los hombres”, implicando que sólo los miembros de la propia nación son completa y perfectamente humanos, y los demás lo son solamente a medias.
LA MACHI
La tierra siempre ha sido fundamental para la práctica de nuestra religiosidad. La destrucción o usurpación de ella que ha hecho los winkas, hace que en determinados espacios considerados sagrados para nuestro pueblo no podamos practicar el Nguillatum o el palín.
La destrucción a nuestra Madre Tierra, que hicieron desde su llegada los españoles, hasta la actualidad, deja el triste balance de muchos animales, aves, hierbas, árboles extinguidos y una alteración al sistema natural de vida. Ello llevado al plano de la medicina Mapuche, las hierbas, plantas, requeridas para Lawen (remedio), no se encuentra en el lugar donde vive la Machi, implicando esto también el terminar con la medicina Mapuche.
La ciencia occidental no ha dado respuesta a enfermedades que no tienen origen natural, como tampoco pueden dar una respuesta médico científicas a estas enfermedades, pero nuestras Machi sanan estas enfermedades e incluso enfermedades winkas, con un método que hace que el cuerpo viva su enfermedad y posteriormente viva su mejoría. Todo mediante el sistema científico-Mapuche vinculado estrechamente al conocimiento y observaciones que hicieran nuestros antepasados y como una herencia hoy los encontramos en el conocimiento y sabiduría de las Machi.
VOCABULARIO
Rewe:
Tronco escalonado, que simboliza la conexión con el cosmos. Además alrededor de el se realizan todas las ceremonias religiosas Mapuche.
Winka:
Usurpador, ladrón, asesino, violador, extranjero.
Nguillatun:
Ceremonia religiosa practicada por los Mapuche. Son realizadas para el equilibrio de la ÑuqueMapu y para el equilibrio de las personas.
Palin:
Juego conocido con el nombre winca de "chueca".
Nguillatun o Guillatún Mapuche
Para el nguillatun, se necesita un lugar especialmente dispuesto para este fin. En su centro se instala el rewe y a su alrededor los participantes. Dura un mínimo de dos días y un máximo de cuatro.
En algunas zonas de la Araucanía se realizan cada dos, tres o cuatro años, según las necesidades.
La rogativa es por diversos motivos: el clima, las cosechas, para evitar las enfermedades o para lograr la abundancia de alimentos.
Durante la ceremonia se realizan bailes acompañados de diversas oraciones. Además se sacrifica un animal, generalmente un cordero, por el ngepin que es el director del rito. Luego la sangre del animal se asperja o se reparte a los invitados, ofreciéndose a los participantes la bebida ritual llamada muday (maíz fermentado). El cuerpo del animal sacrificado puede ser completamente quemado en un fogón para ser consumido.
La machi en esta ceremonia aparece como una auxiliar del oficiante y entre los sones de su kultrung canta:
"Te rogamos que llueva para que produzcan las siembras, para que tengamos animales.
"Que llueve" diga usted Hombre Grande cabeza de Oro y usted. Mujer Grande rogamos a las dos grandes y antiguas personas."
Instrumentos Musicales indigenas
El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en esta tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia.
Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrun, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue, o violin araucano.
Cultrun:
Tambor hecho de un trozo de madera ahuecado, con forma de timbal. Está forrado con un cuero de caballo bien estirado.
Se lo percute con un solo palillo cuyo mango esta adornado con hilos de colores.
Pifilca:
Es una flauta construída de madera o hueso. Es corta y suena como un pito.
Se la lleva colgada del cuello mediante un cordón.
En la actualidad se la construye con tallas de madera de unos 30 a 40 centímetros. El tubo esta cerrado en su extremo inferior y se lo perfora más o menos hasta la mitad de su largo. Emite un solo sonido y esta única nota se mezcla en el curso del canto o del conjunto instrumental sin relación rítmica ni tonal con el resto.
Trutruca:
Este instrumento está construído con una caña colihue, de hasta unos cuatro metros de largo. Se la parte por la mitad para ahuecarla. Luego se juntan las dos mitadas con un hilo de lana y se la forra con tripa de caballo.
En uno de sus extremos se coloca un cuerno de vaca y por el otro se sopla. Su sonido parece el bramido de un toro y representa la fuerza de la tribu.
Es uno de los dos tipos de grandes aerófonos existentes en nuestro país (el otro es el erke).
Quinquercahue:
Tenía dos arcos (generalmente de huesos de costilla) complementado por una sola cuerda de crines de caballo. Se tocaba apoyando, con la mano izquierda, uno de los arcos - cuerpo del violín - contra los dientes incisivos superiores. La mano derecha, a su vez, pasaba la cuerda del otro arco - arco del violín - sobre la anterior, produciendo un sonido quejumbroso y doliente.
Lolquin:
De hechura similar a la trutruca pero mucho más pequeño. Se fabrica con la caña del cardo llamado "troltro"
Clarín:
El clarín fue conocido a la llegada de los españoles y fue imitado con materiales de la zona (cañas vegetales y madera).
Cullcull:
Era la corneta con la que se daba la señal de alarma ante una emergencia y también en la guerra. Se hacia con cuernos de buey.
Pinquilhue:
El pinquilhue, de épocas remotas, era algo así como un flautín fabricado con el tallo del colihue.
Caquel cultrum:
Es un tambor confeccionado con el corte hueco de un tronco.
Huala:
Especie de maraca, es una calabaza que suena con pepas secas y a veces piedrecillas.
Cada Cada:
Son grandes conchas que suenan frotando sus bordes y caras rayadas.
Varios de los instrumentos citados suelen ejecutarse, todos a la vez, durante las ceremonias rituales: "nguillatunes y machitunes ".
martes, 8 de diciembre de 2009
Mitologia Mapuche
DOMO Y LITUCHE
Hace infinidad de lluvias, en el mundo no había más que un espíritu que habitaba
en el cielo. Solo él podía hacer la vida. Así decidió comenzar su obra cualquier
día.
Aburrido un día de tanta quietud decidió crear a una criatura vivaz e imaginativa, la
cual llamó "Hijo", porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego muy contento
lo lanzó a la tierra. Tan entusiasmado estaba que el impulso fue tan fuerte que se
golpeó duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abrió una ventana
en el cielo. Esa ventana es Kuyén, la luna, y desde entonces vigila el sueño de los
hombres.
El gran espíritu quiso también seguir los primeros pasos de su hijo. Para mirarlo
abrió un gran hueco redondo en el cielo. Esa ventana es Antú, el sol y su misión
es desde entonces calentar a los hombres y alentar la vida cada día. Así todo ser
viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. También es llamado padre sol.
Pero en la tierra el hijo del gran espíritu se sentía terriblemente solo. Nada había,
nadie con quién conversar. Cada vez más triste miró al cielo y dijo: ¿Padre,
porqué he de estar solo?
En realidad necesita una compañera -dijo Ngnechén, el espíritu progenitor.
Pronto le enviaron desde lo alto una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que
cayó sin hacerse daño cerca del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo
mucho frío. Para no morir helada echó a caminar y sucedió que a cada paso suyo
crecía la hierba, y cuando cantó, de su boca insectos y mariposas salían a
raudales y pronto llegó a Lituche el armónico sonido de la fauna.
Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qué hermoso eres. ¿Cómo he de
llamarte? . Yo soy Lituche el hombre del comienzo. Yo soy Domo la mujer,
estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos -dijo ella-. Así debe ser,
juntos llenaremos el vacío de la tierra -dijo Lituche.
Mientras la primera mujer y el primer hombre construían su hogar, al cual llamaron
ruka, el cielo se llenó de nuevos espíritus. Estos traviesos Cherruves eran
torbellinos muy temidos por la tribu.
Lituche pronto aprendió que los frutos del pewén eran su mejor alimento y con
ellos hizo panes y esperó tranquilo el invierno. Domo cortó la lana de una oveja,
luego con las dos manos, frotando y moviéndolas una contra otra hizo un hilo
grueso. Después en cuatro palos grandes enrolló la hebra y comenzó a cruzarlas.
Desde entonces hacen así sus tejidos en colores naturales, teñidos con raíces.
Cuando los hijos de Domo y Lituche se multiplicaron, ocuparon el territorio de mar
a cordillera. Luego hubo un gran cataclismo, las aguas del mar comenzaron a
subir guiadas por la serpiente Kai-Kai. La cordillera se elevó más y más porque en
ella habitaba Tren-Tren la culebra de la tierra y así defendía a los hombres de la
ira de Kai-Kai. Cuando las aguas se calmaron, comenzaron a bajar los
sobrevivientes de los cerros. Desde entonces se les conoce como "Hombres de la
tierra" o Mapuches.
Siempre temerosos de nuevos desastres, los mapuches respetan la voluntad de
Ngnechén y tratan de no disgustarlo. Trabajan la tierra y realizan hermosa
artesanía con cortezas de árboles y con raíces tiñen lana. Con fibras vegetales
tejen canastos y con lana, mantas y vestidos.
Aún hoy en el cielo Kuyén y Antú se turnan para mirarlos y acompañarlos. Por eso
la esperanza de un tiempo mejor nunca muere en el espíritu de los mapuches, los
hombres de la tierra
HISTORIA DE LA MONTAÑA QUE TRUENA
Cuentan que hace muchísimo tiempo vivía en la cordillera un pueblo de guerreros,
un pueblo al que los otros llamaban "El enemigo invencible". No tenían vecinos ni
aliados, porque el primero que se animaba a entrar en su territorio sin autorización
era esclavizado o aniquilado. Dicen que no hubo país donde las piedras y las
flores fueran más rojas, porque allí la sangre de las guerras había penetrado hasta
las capas mas profundas de la tierra. Entre los invencibles no había lugar para los
débiles: los niños mamaban el valor, de los pechos ceñidos de sus madres y allí
mentándose con carne cruda se convertían en hombres altos y fuertes como
montes.
Este pueblo tuvo un jefe valiente y formidable llamado Linko Nahuel, el “tigre que
salta”. Era tan valeroso como feroz, y cuentan que si alguien hubiera podido
navegar en los ríos de sus venas hubiera visto hervir la sangre. Entre todas las
montañas del país de Linko Nahuel se distinguía el pico nevado del cerro Amun-
Kar, el monte sagrado que es el trono de Dios. Dominaba el paisaje con sus
laderas que subían verdes y boscosas. A veces, la montaña se transformaba,
lanzaba humo y fuego hacia el cielo, bombardeando a los Mapuches con rocas
incandescentes que parecían las tokikuras de Dios. Y la gente le tenia más miedo
que a la furia de Linko Nahuel.
Un amanecer, mientras acampaban en el gran valle que se encontraba a los pies
del Amun-Kar, los centinelas, bajaron corriendo las laderas para contar lo que
habían visto. Miles y miles de enanos armados, avanzaban por la cuesta de la
montaña sagrada.
Linko Nahuel sintió como la cólera le subía por el pecho, como sus brazos
ansiaban descargar un golpe contra los invasores que ni permiso habían pedido;
él los aplastaría, una vez más la sangre correría por las sendas y los arroyos. Pero
Linko Nahuel también era astuto, y conocía el valor de los planes. Por eso llamo a
sus segundos y les ordeno:
“Vayan a entrevistarse con el jefe de los enanos. Cúbranse con cueros de
guanacos y puma, píntense la cara del modo más horroroso y adórnense con las
plumas de choike mas largas y oscuras que tengan. Y sobre todo, ya saben,
mirada severa y pocas palabras. Así los intimidaremos. Ya van a ver cuando
comiencen la retirada, ahí caeremos sobre ellos”.
Los emisarios se fueron confiados, pero volvieron humillados y furiosos a rendir
cuentas ante Linko Nahuel: - “Los enanos son gente de montañas y planean
quedarse a vivir en el Amun-Kar, no conocen tu nombre y no tienen miedo de la ira
de Dios. Son tan chiquitos como un anchimallen, pero hay que reconocer que son
valientes y tantos, que cuando nos rodearon no veíamos nada mas allá”.
Entonces Linko se dispuso para la guerra y partió. Trepaban la cuesta, cuando
sorpresivamente los enanos se lanzaron desde arriba sobre ellos, hiriéndolos con
miles de flechas y lanzas diminutas. Defenderse era difícil. Linko alentaba a los
suyos para alcanzar a los pigmeos, pero estos se protegían detrás de paredones y
salientes, y desde allí empujaban la nieve y piedras que caían en alud sobre el
ejercito invencible. Los enanos eran muchos y rodearon a los mapuches. La tierra
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y la nieve se teñían de sangre, y Linko Nahuel, enfurecido, pedía refuerzos con
gritos desaforados.
Los enanos se dieron vuelta y comenzaron a huir con extraordinaria agilidad
montaña arriba dejando atrás a Linko Nahuel, que los perseguía. Pero los
guerreros de Linko eran gente de los valles y de las hondonadas y no podían
competir con sus enemigos, que milagrosamente se perdieron de vista. La trampa
estaba tendida: los enanos salieron de sus escondites y los atraparon uno por uno.
El cacique de los enanos dictaminó su sentencia: “Todos los prisioneros
mapuches deberían subir hasta la cumbre y desde allí serian precipitados; él
último en caer seria Linko Nahuel, para que viera la muerte muchas veces antes
de dar su último salto”.
Penosamente subía el tigre derrotado pisando por primera vez las rocas de la
cima. Cuando el enano dio la orden de detenerse ataron a los prisioneros de pies
y manos y comenzó el castigo.
Empujaron al primer mapuche al precipicio. Erguido y rígido, Linko miraba la
distancia, ese paisaje nuevo que no lo dejaba recordar, que aplacaba por primera
vez su sangre huracanada. Entonces se escucho el primer estruendo, los
estallidos interiores de la montaña de Dios. Las rocas volaron en mil pedazos. Un
viscoso lago de fuego arrastró a los mapuches y enanos, que mezclaron sus gritos
y quedaron confundidos en la misma ceniza.
Y Dios dispuso que los dos jefes se sentaran frente a frente, para que
contemplaran juntos el horror, provocado por la osadía de llevar la guerra a su
montaña. Para que el castigo fuera eterno los convirtió en piedra; y desde ese
entonces fueron cubiertos muchas veces por la lava ardiente o el hielo,
condenados a escuchar el tronar intermitente de su furia. Por eso la gente del valle
ya no llama al cerro Amun-Kar sino Tronador, y dicen los mapuches que los dos
caciques esperan en vano el día en que Dios se duerma y puedan despertar ellos
para vengar a sus pueblos.
Se respeto el tratado 169
convenio 169
Año Nuevo Mapuche
El pueblo mapuche, al igual que la gran mayoría de los pueblos originarios del continente, desarrolló un gran conocimiento de la astrología y la astronomía. Logró interpretar los movimientos del sol y de los astros, así como también los cambios y alteraciones que estos producen en la naturaleza e inclusive en la personas. La comprensión y decodificación del idioma de la tierra y la naturaleza hizo posible que estos pueblos pudieran definir con exactitud el inicio de cada etapa, la finalización y el comienzo del nuevo año. “We Xipantu” o “Nquillatún”, que en mapuche significa "año nuevo" o “salida del nuevo sol”, es la celebración más importante de los pueblos originarios del hemisferio sur y coincide con el Inty Raimy (de la tradición Inca), en el que se elevan ruegos y agradecimientos a un mismo elemento, fundamental para la vida: el sol, fuente de sabiduría y renovación.
La llegada del invierno, que en nuestro hemisferio es el 21 de junio, coincide con el solsticio de invierno, punto del calendario en el cual la tiera se aleja más del sol. Es el día más corto del año y su noche la más larga. Para los mapuches, este fenómeno natural marca la finalización del período de cosecha y el principio de una nueva época de siembra. Partiendo de una concepción cíclica del tiempo, el festejo tiene como protagonista al sol. Según la religión mapuche, el sol nace con la llegada del invierno, se vuelve joven y adulto en primavera, envejece durante nuestro verano y comienza a morir en otoño, cuando los árboles pierden sus hojas, los animales cambian su pelaje y otros fenómenos alteran a la naturaleza, incluidos los hombres.
La ceremonia comienza la noche del 23 de junio, con familias enteras reunidas en torno a un gran fogón escuchando relatos de los más viejos del grupo y degustando platos típicos preparados especialmente para el acontecimiento. A las primeras horas de la madrugada del nuevo día, los integrantes de cada familia, ancianos, jóvenes y niños, abandonan el calor del fuego para acercarse al río, arroyo o vertiente más cercana para bañarse, en un rito de purificación, para estar limpios de cuerpo y espíritu antes de recibir al nuevo sol y, en consecuencia, al año nuevo. Un conjunto de rezos individuales y grupales prosiguen luego del baño y así se da inicio a la celebración. Luego, las familias regresan a sus casas tocando instrumentos típicos y bailando su música.
Según la comunidad a la que se pertenezca, se realizan decenas de actividades. Estas incluyen ceremonias religiosas, juegos populares, bautismos y hasta se realiza a las niñas mayores de seis años los orificios en sus orejas para poder usar aros y abandonar de este modo la niñez. Todas estas actividades están destinadas a fortalecer el espíritu de hermandad de la comunidad, la amistad entre grupos familiares y la convivencia con los otros. Quizá por ello no resulta extraño que en los últimos tiempos estas fiestas populares se han abierto no sólo a los chilenos y argentinos en general, sino también a gran cantidad de turistas extranjeros que se acercan durante estas fechas para observar y formar parte de estos festejos y rituales que derivan de una evolucionada filosofía de vida que lejos está de perderse
Joyas de la Mujer Mapuche
Tupu (alfiler): esta joya es principalmente un objeto funcional, es un alfiler hermosamente decorado del cual se prendían o sujetaban las pesadas joyas de la indumentaria mapuche, además representa una mágica protección para las mujeres. Existen muchas versiones y cada una representa diferentes íconos del mundo mapuche: tupu media luna, tupu discoidal, tupu zoomorfo, etc., en su interior algunos tupus representa la flor mapuche de we tripantu (año nuevo), otros contienen formas propias de la naturaleza.
SIMBOLOGÍA: el significado más profundo de las joyas es que son una conexión con el mundo celestial, a través de sus diseños e iconografías como figuras antropomorfas, zoomorfas y símbolos dan cuenta de conceptos relacionados con su cosmovisión, sirven como protección contra los espíritus malignos (pillanes) y conectan con Ngenechen (dios). Existen una serie de símbolos que hacen referencia a la luna y representa a la mujer (fertilidad), la vida, por su parte el sol (antu) representa la fuerza del hombre; el cintillo (trarilonko) es donde se concentra el pensamiento y la lucidez; las joyas pectorales de la mujer hacen referencia a la mujer, su condición de soltera o casada y representan la familia, la descendencia, la ascendencia e invocan a la fecundidad. Existen joyas que se utilizan dependiendo de ciclo fértil de la tierra (primavera, invierno, verano u otoño) lo que habla en forma explícita de la íntima relación que existe entre el mundo mapuche y la naturaleza. Cada familia goza de joyas que el retafe (orfebre) crea especialmente para cada familia, por lo cual resulta de gran importancia el traspaso de estas joyas que realiza la abuela a su nieta o la madre a su hija.
*Prendas De La Cabeza: los nombres que recibe cada una de estas joyas tienen como pila su denominación de origen según el idioma propio de esta región, cabeza (lonko) que se dividen en adornos propios de la frente como los tocados de las trenzas llamados nitrowe, los tocados de la frente: trarilonkos y aros llamados chawai.
*Prendas Del Pecho: Estas Joyas Son Las Populares Dentro De Las Joyas Femeninas Y Se Utilizaban Pendiendo Desde El Pecho O De Los Costados Desde Los Hombros, Tales Como Trapelakuchas, Prendedor De Dos Y Tres Cadenas, Sikiles, Runi Runi, Llol-Llol, Etc., Sujetados Por Decorados Y Grandes Alfileres, Conocidos Como Tupus Y Punzones.
SIMBOLOGÍA DE JOYAS REPRESENTATIVAS:
Trarilonko (cintillo): existen con monedas de plata, con perlas de plata (llef-llef:que brilla) con placas representa y con técnicas mixtas de placas, perlas y monedas. El trarilonko representa el pensamiento y la conexión religioso-mágica entre el hombre y las divinidades celestiales, esta se lleva en la cabeza y es la más cercana comunicación con los antepasados y los espíritus, es una joya muy preciada y popular en que se utiliza en las ceremonias.
Kilkai (joya pectoral): esta hermosa joya formada por cadenas y pequeños discos, se utilizaba colgando sobre el pecho, sujetada desde los hombros con alfileres (punzón o tupu), y contiene hermosos tallados representados generalmente por aves, semillas, flores y diseños representativos de la naturaleza (el agua, la tierra, etc.)
Chawai (aros): son hermosos aros con formas de media luna, trapezoide, pisiforme, etc., generalmente los aros representan formas relacionadas con la fecundidad y fertilidad, en el caso de los aros trapezoide se representa de tierra (fecundidad), en los aros pisiforme se observan formas de peces que cuelgan y que en su interior contienen huevos (fecundidad), los aros media luna representan a la luna y la mujer. Prendedor de Tres cadenas: esta joya es una de la más usada y populares dentro de las indumentaria femenina, representa el mundo celestial y terrenal del hombre, la placa superior muestra una pareja de aves (dualidad entre hombre y mujer, lo femenino y masculino) sus eslabones son la conexión entre el cielo y lo terrenal y la placa inferior representa la tierra (territorio) y el hombre ( la vida), los discos y formas que penden pueden ser deidades infraterrenales, la familia o el espíritu de los antepasados.
Organizacion social, tijido y el cosmo mapuche
El tejido es una tarea exclusivamente femenina que si bien está destinada al uso cotidiano, esconde en la elección de los colores y diseños una simbología solo conocida por las grandes tejedoras o DUWEKAFE. EL HILADO: Para tejer se utiliza lana de llama, guanaco o (desde la llegada del español) oveja. La lana, lavada y estacionada, se desenreda y peina estirando sus hebras para hilarla. Para el hilado la tejedora utiliza un huso (COLIU= varilla redondeada) en uno de cuyos extremos se calza un peso o tortero (CHINQUED= disco de piedra o de cerámica).
Para los Mapuche el cosmos se divide en siete niveles que se superponen verticalmente en el espacio. Las cuatro plataformas superiores están habitadas por divinidades, ancestros y espíritus benéficos. Existe una plataforma del mal entre la plataforma terrestre y las cuatro benéficas, en donde residen los WEKUFE o entidades maléficas. En la plataforma terrestre, donde viven los Mapuche, se manifiestan tanto las fuerzas del bien como las del mal afectando la conducta humana. La última plataforma, subterránea, es la residencia de los hombres enanos "CAFTRACHE", también malignos.
Instrumentos Folclóricos Mapuches
Economia del pueblo mapuche
Los conquistadores llamaron Arauco o Araucanía estas tierras y araucanos a sus habitantes. Aún hoy sus descendientes se reconocen Mapuche. Empujados por la persecución española y atraídos por el ganado salvaje, los Mapuche comenzaron a ingresar en el actual territorio argentino a partir del siglo XVII.
Progresivamente fueron ocupando la zona comprendida por las provincias de San Luis, sur de Córdoba, La Pampa, Neuquén y Buenos Aires, hasta que la avanzada militar de finales del siglo XIX, los llevó a instalarse al sur del Río Limay. El ingreso masivo del pueblo Mapuche en territorio argentino significó un cambio considerable, tanto para las culturas autóctonas como para ellos mismos y este largo proceso de mestizaje e intercambio cultural dio por resultado la actual población paisana de las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut.
lunes, 26 de octubre de 2009
Comida tipica
Tortillas de rescoldo. Pan de harina de trigo cocido en ceniza caliente
Murque. Harina tostada a medio moler
Ñachi. Sangre de cordero con sal ,cilantro, ají, limón y aceite
Apol. Higado de cordero con ají, comino, sal, cilantro y aceite. Esto se prepara con el cordero aún vivo se le hace un corte en la traquea por donde se le introducen los ingredientes. Se mata luego el codero y este guiso se corta en trozos y se come caliente,pero este procedimiento se a cambiado ahora hacen Apol al Blanco.
Apol al blanco, este se realiza con los mismo ingredientes anteriores una vez introducidos los ingredientes se sopla y amarra bien se cocina en agua hervida
Pulco.vino
Charquican Guiso de zapallos, arvejas, choclo, porotos verdes, charqui.
martes, 20 de octubre de 2009
Principales caracteristicas del pueblo mapuche
Religión
Si bien la idea de un Ser Supremo es consecuencia de la Influencia Cristiana, hoy todavia se Celebran entre ellos maravillosas fiestas paganas que respetan sus antiguas creencias, las más famosas de las Cuales es el "Nguillatún", donde se dirigen plegarias una "NGUENECHEN", Dios de los mapuches, "Dueño de la gente". En su desarrollo Realizan varios ritos entre los que sobreventa la danza llamada loncomeo, una de Cuyas figuras es el Choique Purrún, en la que los bailarines imitan los movimientos del treile. Y es fundamental la intervención de la "machi", "shamanes" o "médicas",
Etimología
El nombre "Araucano" deriva de Arauco, el nombre que para los españoles que habitaban la tierra, Cuya etimología es incierta. [5] Se ha postulado que "Arauco" Podría derivar de una castellanización de la palabra mapuche Ragko, "Agua gredosa", que los conquistadores habrían usado para los habitantes de un sitio llamado ASÍ QUE Y luego se habría extendido a todos los restantes pueblos del área. [6], otra teoría es que procede de la awqa la palabra quechua o "Salvaje", "Rebelde" [5], "enemigo" o de palqu "silvestre" [cita requerida] y les habría sido Dado por los incas o por Los Españoles, y según los cronistas, los incas ya habían denominado como purumauca a la población que habitaba el sur del río Cachapoal, y los españoles sólo adoptaron la denominación auca para referirse a ella.
Los mapuches Rechazan el uso del nombre araucano, Porque les fue otorgado por sus enemigos. La palabra Awka Fue adoptada por los mapuche con el significado de "indómito", "salvaje" o "bravo" y ellos Mismos También la habrían aplicado Posteriormente a los tehuelches
Principales características
En términos muy generales, las características más évidentes de la cultura rural Mapuche son las Siguientes:
El profundo sentimiento de apego a la tierra y naturales y al medio ambiente (Mapudungum es, su lengua, "mapuche" significa "gente de la tierra"). La palabra mapu o tierra es esencial en el contexto cultural Mapuche ya que está Íntimamente Ligada A UNA dimensión sobrenatural y sagrada y, de este modo, para los Mapuche la tierra no es propiedad de nadie en particular, sino patrimonio de toda la comunidad.
El Mapudungum, lengua oral Tradicionalmente, que Aún se habla en la Mayoría de las comunidades rurales.
La Tendencia a trabajar en comunidad y Mantener fuertes lazos familiares (el mingako Es un trabajo colectivo que se Realiza las Naciones Unidas para Ayudar Un Miembro de una comunidad en el período de la cosecha y que Aún se practica hoy en día).
La construcción de casas tradicionales de madera cubiertas con junquillos, Conocidas como ruka, consideradas por los mapuches como la posesión doméstica más importante, donde la familia se Reúne Durante el día, tanto en prácticas cotidianas como en ocasiones especiales.
La cultura mapuche tambien es rica en su folklore, Posee instrumentos musicales propios como la Trutruca y el kultrun, Utilizados Durante ceremonias que incluyen IVA música tradicional, bailes, cantos y deportes tradicionales (cuentos como Palín).
La Preparación de Sus Propias comidas y bebidas, como el mudai y la chicha.
Dentro de la estructura social de la cultura mapuche, existe un jefe, denominado Lonko, quien está de un Cargamento de su extensa familia o comunidad.
La religión Profundamente espiritual que mezcla dogmas cristianos con ideas más Místicas. A los ojos del pueblo mapuche, el mundo está perfectamente equilibrado entre Ngenechén Dios de la vida, La Creación y el amor, y Wekufu, dios de la muerte y la destrucción. A este último los mapuches atribuyen la llegada de los españoles, quienes, en busca de oro, esclavizaron de las Naciones Unidas los indígenas, invadieron sus Territorios y causaron Destrucción y sufrimiento.
La mujer ha cumplido un rol muy Importante tanto en la religiosidad Mapuche como en la transmisión de la cultura. La "Machi" es quien se comunica con los dioses de la vida y la "Kalku" es quien conoce los dioses de la muerte.